viernes, 2 de junio de 2017

Diálogo del Resucitado con Pedro (Jn 21, 15-19)

P. Carlos Cardó, SJ

La comisión de Pedro, fresco de Gebhard Fugel (1909), Iglesia de Nuestra Señora, Ravensburg, Alemania

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas". 
Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme".
El Resucitado se ha hecho presente en la comunidad de sus discípulos, en la labor difícil de la pesca, haciéndolos capaces de sacar una multitud de peces. A continuación los ha invitado a una comida, que por la forma como está narrada alude a la eucaristía, sacramento de su presencia y de la comunión con Él y en Él. Participar en la eucaristía, aceptar el don de Jesús, implica el compromiso de asimilarse a su vida y a su muerte. Es el sentido del diálogo con Pedro que sigue a continuación. La misión que Cristo le confía de apacentar y pastorear su rebaño sólo se podrá ejercer en la cruz y desde la cruz, es decir, identificándose con su Señor por el amor, sirviendo y entregando la vida como Él.
Tomando aparte a Pedro le dice: Simón de Juan, ¿me amas más que éstos? El llamarlo con el nombre con que lo conoció, y que después cambió por Cefas, le traería el recuerdo de todo lo vivido desde entonces con Jesús. En ese camino de seguidor y discípulo Pedro siempre pretendió ser el primero. Ahora Jesús le pregunta si tiene aquello que podría justificar su pretensión de ser el primero: un amor mayor que el de los demás.
Pedro no puede afirmarlo, ha negado a su Señor. Por eso evita toda comparación y discretamente expresa su cariño de amigo. Señor, sí, tú sabes que te quiero. Ya no queda nada de su antigua pretensión y obstinación. Ha aprendido también que el amor a Jesús se demuestra no con declaraciones de fidelidad, sino mostrándose disponible a servir como Él hasta dar la vida: El que ha hecho suyos mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama (14,21).
Jesús le dice Apacienta mis corderos. Con ello le hace ver que su amistad sólo es auténtica si se entrega a dar y promover la vida de los demás. Apacentar, procurar pasto, significa colaborar con Jesús en la obra de alimentar, dar vida, proteger de todo peligro al conjunto de los creyentes, sus corderos y ovejas, es decir, a los pequeños y a los grandes, sin discriminación basada en la importancia (o en todo caso, primero los pequeños).
Puede verse que al confiar Jesús su misión a Pedro, no hace referencia a poderes ni prerrogativas, sino a las obligaciones que caracterizan al Buen Pastor de su parábola (cap.10) y que tienen que ver con la relación cercana del pastor con sus ovejas: las conoce y ellas lo conocen, las llama por su nombre, les inspira toda confianza para que lo sigan sin temor y, sobre todo, da su vida por ellas.
Jesús quiso prolongar su palabra y su obra en la labor evangelizadora de los discípulos que escogió. Ahora quiere prolongar en la persona de Pedro, y en su misión dentro del rebaño de su Iglesia, el mismo cuidado y solicitud con que procuró en todo momento que conservaran la unidad y guardaran su palabra en medio de las adversidades del mundo.
Le preguntó de nuevo: Simón de Juan... y la respuesta de Pedro es la misma; afirma su vinculación a Jesús como amigo y se remite a su saber. Jesús le dice pastorea mis ovejas, asociando al discípulo a su oficio de buen pastor, que se entrega por las ovejas.
Por tercera vez le preguntó: Simón de Juan ¿me quieres? Pedro advierte que le pregunta por tercera vez porque tres veces lo negó, y se entristece, se mueve a una rectificación total. Pedro había seguido al Señor como quien vive sometido a un jefe. Lo que le pide Jesús es la adhesión que da libertad, porque se basa no en la subordinación sino en la amistad. Pedro ha de tener esto para dar su respuesta, que será la definitiva.  Ahora ve que no puede tener secretos para Jesús y que éste conoce perfectamente la calidad de su adhesión. Por eso dice: Señor, tú lo sabes todo…
Y Jesús con sus palabras, Apacienta mis ovejas, sintetiza las dos invitaciones anteriores, moviendo a Pedro a considerar como misión suya el hacer que los hermanos encuentren vida. Pero para esto, tendrá que estar dispuesto a entregar su propia vida. Por eso añade Jesús: Cuando eras joven…ibas donde querías, cuando seas viejo otros te ceñirán y llevarán donde no quieras ir. Le predice con ello que su destino será dar su vida en la cruz como Él. Dicho esto, añadió: Sígueme. Pedro inicia o recomienza su discipulado, sigue los pasos de Jesús en su vida y en su muerte. 
Muestra mucho amor porque mucho se le ha perdonado a la pecadora en la parábola de Lucas 7, 40-43. Tres veces afirma Pedro el amor que tiene a Jesús, porque ha quedado borrada su triple negación. Ya solo le interesa que su Señor, que lo sabe todo, tenga presente el afecto que le tiene. Asimismo, muestra mucho amor el cristiano porque se siente tocado por la misericordia del Señor. Se sabe conocido y aceptado plenamente por Él, y esto es lo que crea dentro de sí la confianza necesaria para pertenecer a Él y estar dispuesto a ir en su camino de amor y de servicio aun donde no quiera ir.

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