domingo, 7 de mayo de 2017

Homilía del IV Domingo de Pascua - El Buen Pastor (Jn 10, 1-10)

P. Carlos Cardó, SJ

El buen pastor, acuarela de Niels Larsen Stevns (1921), Galería Nacional de Arte, Dinamarca

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños".Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: "Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".
La parábola del Buen Pastor condensa el modo de proceder de Jesús en su relación con los demás: en todo momento se esforzó por unir a las personas, hacerles sentir el amor de su Padre para que se trataran fraternalmente, por encima de toda diferencia natural, social o cultural. Su amor es universal, abarca también a las otras ovejas que no son de  este redil. Y como el mismo evangelio de Juan señala más adelante, Jesús moriría por toda la  nación y no solamente por la nación judía, sino para conseguir la unión de todos los hijos de  Dios que estaban dispersos (11,51s).
Ser pastor, para Jesús, consiste en manifestar el amor que Dios su Padre tiene a todos y a cada uno de los seres humanos, sin distinción, pero mostrando al mismo tiempo una especial solicitud  por las ovejas débiles, por las perdidas y descarriadas. La parábola de la oveja perdida que traen los otros evangelistas (Mt 18,12-14; Lc 15,4-7) hace ver, precisamente, de qué manera, en el comportamiento de Jesús con los pobres, con los pecadores y con los excluidos, se refleja el deseo irrenunciable de Dios de salir en busca de lo que está perdido para que no se pierda ninguno de sus hijos e hijas. Este Dios expresa una gran alegría en el cielo cuando los descarriados y excluidos son integrados realmente y pueden vivir en la comunidad el amor que Él les tiene.
Vista en dimensión eclesial, la parábola del Pastor recuerda a la comunidad de los cristianos que tiene el deber de hacer visible el estilo de Dios como Jesús lo ha manifestado y subraya la responsabilidad de sus autoridades de promover la integración de los “pequeños”, es decir de los débiles. Jesús es el pastor que nunca lucra con el rebaño. Él conoce a sus ovejas y éstas lo conocen a él y lo siguen, porque saben que está dispuesto a todo por ellas, incluso a dar su propia vida para que tengan vida.
La convivencia social necesita de personas que velen por los intereses de todos. No se les llama pastores, como en la antigüedad greco-latina, sino líderes, jefes, representantes y, mediante la ley, se les asignan y controlan los poderes que se les delegan. Estas personas saben bien que la autoridad les viene por delegación, que no hay otra forma válida de asumirla y que en su ejercicio debe primar siempre el derecho y la justicia. Lo contrario significa suplantar a la sociedad que los elige, disponer de las personas, decidir sin contar con ellas y aun contra ellas, en una palabra, llevar la sociedad por los trágicos caminos del autoritarismo y de la corrupción moral. La historia está llena de las tragedias que todo esto ha producido a lo largo de los siglos. Pero la sociedad no puede dejar de aspirar a contar con verdaderos servidores de la comunidad.
La visión fraterna, la actitud de servicio y el respeto son componentes esenciales de la vida cristiana; más aún, son la manera de vivir humanamente en sociedad. Los valores del evangelio nos hacen salir de la cultura de la violencia, de la ambición y del libertinaje, a la cultura de la paz, del respeto a todos y de la responsabilidad social solidaria.
Todos somos pastores, todos ejercemos alguna autoridad y disponemos, mandamos, enseñamos. Desde el padre y la madre de familia, hasta el empresario, el jefe de sección, el político, cualquiera que sea el nivel de cada uno, siempre ejercemos algún influjo en un círculo de personas. Jesús Pastor nos enseña a superar errores y hacer más humana nuestra vida. Hay que aprender de Él. Sus actitudes han de inspirar el ejercicio del servicio de autoridad que nos toca cumplir. 

1 comentario:

  1. El Señor es mi pastor nada me falta. Aunque pase por quebradas oscuras no temeré porque Él está conmigo. Amoroso pastor de nuestras almas es el Señor.
    Muy esclarecedor el comentario en la parte que dice que todos somos un poco pastores d acuerdo a nuestro rol en la vida y tenemos que trasmitir el mensaje del Pastor Jesus..
    Preciosa la pintura de Jesus con sus ovejas, acariciando a una de ellas, en esa ovejita estamos representados todos, pero a veces no sabemos o no queremos devolverle el amor que nos da y vamos tras otros amores que son válidos sino nos alejan de Él.

    ResponderBorrar

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.